miércoles, 24 de julio de 2013

Susana nos invita a conocer la labor hecha por una gran mujer en la época independentista.

Manuela Cañizares. Oleo sobre tela de Antonio Andrade


Manuela Cañizares: la mujer fuerte del 10 de agosto

Susana Freire García*
A propósito de la próxima celebración del 10 de Agosto, es justo valorar la participación y el legado de una de la mujeres más importantes de esta gesta heroica, como lo fue Manuela Cañizares y Álvarez (Quito 1769- 1814), a través de una serie que constará de tres partes, para que nuestros lectores puedan conocer de cerca la vida de esta mujer excepcional.

Primera Parte
La prematura muerte de Eugenio Espejo en 1795, dejó al Movimiento Ilustrado sin uno de sus mayores y más lúcidos representantes. Sin embargo, los postulados de la Revolución Francesa y las ideas libertarias y políticas de Espejo, calaron hondo en sus amigos y seguidores, quienes lejos de rendirse siguieron trabajando de manera clandestina para poner fin al dominio español en la Audiencia de Quito. La inestabilidad política en España y la invasión de Napoleón Bonaparte en 1808, que dio como resultado la coronación de José I (hermano de Napoleón) como el nuevo Rey de España, fueron acontecimientos que no pasaron desapercibidos para el círculo de Espejo. Además para enero de 1809, los miembros de la Junta Suprema reunidos en Sevilla declararon por vez primera “que los dominios españoles no eran propiamente colonias”, y que por lo mismo tenían derecho a contar con una representación nacional, y a ser parte de la Junta Central Gubernativa del Reino por medio de sus correspondientes diputados. Fue así que en el caso de la Audiencia de Quito resultaron elegidos como diputados José Mejía Lequerica, Juan Matheu, José Joaquín de Olmedo y Vicente Rocafuerte. 
El reinado de José Bonaparte en España, brindó la oportunidad esperada por los patriotas quiteños. El camino a seguir consistía en rechazar al monarca extranjero, proclamar la lealtad al depuesto rey español Fernando VII, y constituir un gobierno propio, con su Junta Suprema. Si bien no todos estuvieron de acuerdo con el plan, el mismo ya no podía detenerse. Y es en este momento crucial, cuando la figura de una mujer empezó a brillar con luz propia. Las miradas de los revolucionarios se concentraron en la figura de Manuela Cañizares y Álvarez, dueña de una inteligencia y valor poco común en esos días. Tras ese espíritu indomable se hallaba una mujer que desde niña aprendió a vivir por encima de los prejuicios y las negaciones. Junto a su madre Isabel Álvarez, combatió a la pobreza y a la humillación, por el hecho de ser una hija no reconocida. Mas esta experiencia, lejos de acobardarla, hizo de ella un ser fuerte y decidido, que anhelaba al igual que los revolucionarios, la libertad para Quito. Es por ello que no dudó en ser parte del movimiento independentista, y de hacer de su casa ubicada junto a la iglesia de El Sagrario, uno de los sitios estratégicos para la realización de tertulias literarias y políticas. En medio de hombres de la talla de Juan Pío Montúfar, Antonio Ante, Javier, Ascázubi, Juan Salinas, Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez Quiroga, José Riofrío, Juan Larrea y Nicolás de la Peña, dio a conocer su pensamiento con la lucidez propia de una mujer que supo colocarse en un sitial privilegiado y no por ello exento de riesgos, y así ser parte de esta gesta heroica que hizo de Quito la ciudad Luz de América.
Continuará
*susanafg22@yahoo.com

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