jueves, 28 de febrero de 2013


¿Deseas conocer más sobre la vida de Mariana de Jesús? 
Nuestra amiga Susana nos invita a redescubrir más sobre la vida de la santa quiteña.



Cuadro de Mariana de Jesús autor Joquín Pinto



Mariana de Jesús: “El Ecuador no desaparecerá por los terremotos…”
Parte I
Susana Freire García*

Hace unas semanas, un fuerte temblor que tuvo su epicentro en la ciudad de Túquerres (Colombia), fue sentido en todo el territorio ecuatoriano, provocando susto y tensión entre los habitantes. En varios programas radiales, los radioescuchas expresaban su preocupación por lo sucedido y a la vez recordaban aquella conocida profecía que hace referencia “a que el Ecuador no desaparecerá por los terremotos, sino por los malos gobiernos”, como una suerte de protección divina ante las amenazas naturales. Esta profecía atribuida a Santa Mariana de Jesús, carece según varios investigadores de asidero histórico, ya que no existen pruebas que confirmen que la santa quiteña haya pronunciado la misma (tomando en cuenta además que para esa época éramos una colonia), sin embargo está tan arraigada entre los quiteños, que difícilmente puede ser borrada del imaginario colectivo.
La figura de Mariana de Jesús (1618-1645) suele despertar más de una inquietud o polémica. Desde el punto de vista católico es indiscutible su santidad, ya que desde niña dio muestras de una pureza y espiritualidad únicas. Su amor hacia Dios, hizo de ella una mujer que despreciaba la existencia mundana, y que como contraparte, creó un sistema de vida impregnado por la austeridad, devoción y mortificación. No hay que olvidar el contexto histórico y social en el que Mariana de Jesús se desenvolvió, signado por un sistema colonial en el que la influencia ejercida por la religión católica y sus representantes, tenía una incidencia directa en los habitantes. Bajo la amenaza del “castigo divino” se inducía a los fieles a comportarse según las reglas establecidas por la religión católica, y a no cuestionar los dogmas y enseñanzas cristianas. En medio de ese temor y oscurantismo, emergió la figura de Mariana de Jesús como la encarnación de todas las virtudes divinas, y de un modelo a seguir especialmente para las mujeres. A estas últimas principalmente se les exigía resguardar su honor y no ceder ante las tentaciones mundanas, para de esta manera mantener el statu quo de una sociedad feudal y patriarcal, en donde las desigualdades sociales estaban muy marcadas. 
Bajo ese sistema, en que la fe se imponía a la razón, era muy común escuchar a los sacerdotes aseverar que los terremotos, pestes y enfermedades que se producían en la Audiencia de Quito, eran consecuencia de aquella vida disoluta y de pecado, en la que vivían inmersos la mayoría de los habitantes. Esta sentencia –por llamarla de algún modo- asustaba a más de uno, ya que las oportunidades para rebatir aquellas ideas prejuiciadas eran escasas y riesgosas…

Continuará
susanafg22@yahoo.com

jueves, 21 de febrero de 2013


Llegamos al final del tema: "El Carnaval en Quito", nuestra amiga Susana nos invita a una seria reflexión no solo sobre esta fecha, pues nos ayuda a cavar un poco más en nuestro pasado.



Revista Caricatura nº 12 marzo 2 de 1919


El Carnaval en Quito
Final
                                                                            Susana Freire García*

Los nuevos aires de modernidad que empezaron a surgir  en Quito alrededor del ornato, el adecentamiento de calles y plazas, la implementación del tranvía y otros servicios básicos, propiciaron que en la segunda década del siglo XX, los cánones culturales evidenciaran una variación que tenía como objetivo “culturizar” a las diversas manifestaciones artísticas bajo un modelo, que no necesariamente incluía a todos los habitantes de la ciudad. El festejo del Carnaval no quedó fuera de ello, de ahí que empezaron a organizarse los denominados “Juegos Florales” por parte de los estudiantes de la Universidad Central. La idea era celebrar los días de Carnestolendas con un enfoque refinado y artístico, para lo cual se organizaban certámenes de poesía y literatura en el Teatro Sucre, a más de la elección de la Reina de la Corte de Amor de los Juegos Florales, las fiestas de máscaras en salones, y el Corso de Flores que consistía en un desfile con carros alegóricos que recorrían las principales calles del centro de la ciudad. En los concursos de literatura solía darse como premio la Violeta de Oro al ganador, y la Violeta de Plata al que quedaba en segundo lugar. Fue en certámenes como éstos que se dieron a conocer poetas y escritores como César y Jorge Carrera Andrade, y Benjamín Carrión, entre otros. 

jueves, 14 de febrero de 2013

Desde épocas pasadas se quiso prohibir la celebración del Carnaval, nuestra amiga Susana nos trae la segunda parte sobre este tema y nos cuenta más secretos.



Festejo en el Quito Colonial


El Carnaval en Quito
Segunda Parte

                                                                                                                 Susana Freire García *

Los intentos de las autoridades españolas por moderar el festejo del Carnaval en la Audiencia de Quito, fueron prácticamente inútiles. A principios del siglo XIX, el Barón de Carondelet en su calidad de Presidente de la Audiencia tuvo la iniciativa de “culturizar” a esta fiesta, a través de la sustitución del Carnaval por las corridas de toros. Lo que buscaba es que los quiteños dejaran de lado aquel ceremonial simbólico que cuestionaba al poder, y que se concentraran en esta diversión netamente española. Sin embargo los quiteños percibieron anticipadamente las intenciones de Carondelet, y aprovecharon precisamente esta oportunidad para salirse con la suya. Así las corridas de toros se convirtieron en un “Carnaval de mascaradas”, en el que la gente del pueblo se mofaba de las autoridades civiles y eclesiástica. Alarmado por esta situación, el Barón de Carondelet emitió en el año de 1802 el documento denominado “Bando sobre diversiones públicas”, en el cual se establecía que las máscaras debían ser decentes,  y que bajo ninguna circunstancia se podía poner en ridículo a aquellas personas que llevaban traje eclesiástico o hábito. Quienes incumplieran esta orden serían castigados sin distinción de clase ni de sexo, con una multa de 20 pesos, y para los insolventes con una pena de 15 días de prisión.  
Aparentemente los quiteños acataron la disposición, más no pasó mucho tiempo para que las mofas y mascaradas en contra de las autoridades españoles se recrudecieran, tanto que en el año de 1804, el Barón de Carondelet prohibió definitivamente el uso de máscaras en las corridas de toros,  durante los 3 días que duraban las Carnestolendas. 

jueves, 7 de febrero de 2013


Febrero mes de carnaval, los guambras jugamos con agua y harina, como dicen los antiguos "carnaval no era carnaval si no se jugaba con agua", aunque ahora prima respetar el ambiente y ser más conscientes con el uso del vital recurso.
Con motivo de la fecha, Susana Freire a hurgado más en nuestro pasado e historia y nos cuenta desde cuando se celebraba la Fiesta de Carnaval en la milenaria ciudad.
¡Redescúbrelo!


Festejo en la Real Audiencia de Quito


El Carnaval en Quito
Primera Parte
                                                                                 
                                                             Susana Freire García*

El Carnaval tiene su origen en las fiestas paganas que se realizaban en honor del dios Baco (Dios del Vino) en el antiguo imperio romano, o también en las festividades del toro Apis en Egipto. Algunos historiadores aseguran que esta celebración nació en Sumeria y Egipto hace más de 5000 años, desde donde se expandió hacia Europa, y posteriormente a América con la llegada de los españoles. 
En Quito, tenemos los primeros registros de esta celebración, en la época de la Audiencia durante el siglo XVIII.  Según lo señala el historiador Jorge Núñez, este festejo popular fue uno de los más reprimidos durante la colonia, ya que tanto indígenas como mestizos le dieron un sello propio y una simbología, que cuestionaba directamente al poder. Bajo la estrategia del blanqueamiento del rostro por medio de polvos blancos y harina, se enviaba un mensaje directo a los españoles, para advertirles que gracias a este ritual, todos estaban al mismo nivel y que no existían opresores ni oprimidos, al menos por unos días al año.
Este sincretismo originado alrededor del Carnaval se convirtió en una forma de resistencia cultural, frente a la opresión ejercida por las autoridades españolas. Por ello es que esta celebración se tornó peligrosa, ya que junto al blanqueamiento estaban el baile, las mascaradas burlescas, la utilización del agua para mojarse entre unos y otros,  y la ingesta de licor, provocando con esto una explosión de libertad, alegría y sensualidad, que difícilmente podía ser refrenada.  Ante este panorama el Obispo de Quito Don Juan Nieto (oriundo de Popayán) prohibió “bajo pena de excomunión” la práctica del Carnaval en la Audiencia de Quito, a cuyo desorden atribuyó el terremoto acaecido en el año de 1755.