jueves, 28 de marzo de 2013


Continuamos con la segunda parte del artículo sobre La Semana Santa, en esta ocasión Susana nos lleva a recordar sobre lo que se hacía día a día en la Semana Mayor en Quito.



Penitente de Semana Santa




La celebración de la Semana Santa en Quito
Segunda Parte

Susana Freire García*

La costumbre de celebrar la Semana Santa se mantuvo en la época republicana, con la presencia de algunos ritos presentes desde la Colonia. También fueron incorporadas nuevas prácticas durante el siglo XIX, las mismas que en la actualidad prácticamente han desaparecido. Por ello resulta interesante conocer cómo se conmemoraba la Semana Mayor en el año de 1835 en Quito, gracias a un testimonio recopilado por el historiador Rodolfo Pérez Pimentel, y del cual se han extraído los sucesos más importantes para los lectores.

Vísperas de Domingo de Ramos
A las seis de la tarde del día anterior al Domingo de Ramos, numerosos niños se reunían en la Catedral para dar inicio a los festejos de Semana Santa. Divididos en grupos de doce, desfilaban por las calles del centro de Quito entonando canciones y portando unos muñecos de cuatro metros de altura, vestidos con tela de basquiña blanca y que llevaban sobre la cabeza unos enormes cucuruchos de los que pendían dos cintas de tela. Al ver a los muchachos, los peatones exclamaban: ¡Ya vienen las Almas Santas!, nombre asignado a estas originales figuras.

Domingo de Ramos
Mientras en las iglesias de Quito se bendecían los ramos con gran solemnidad, las religiosas del Convento de Santa Clara solían realizar una ceremonia especial en la cual se bendecía al asno que llevaría la figura de Jesucristo. Una vez ensillado, el animal era conducido por los fieles por las calles adyacentes al convento, en medio de loas y cánticos alegres. Desde las ventanas y balcones se arrojaban flores, mientras otros daban de comer al burro durante el recorrido.  A las seis de la tarde de ese mismo día, las mujeres de las familias más acaudaladas de Quito salían en procesión junto con el gremio de barberos, quienes llevaban puesta su vestimenta tradicional: poncho estrecho, calzón blanco hasta la rodilla, camisas con mangas, y pies descalzos.

Lunes Santo
En este día los indígenas de Quito organizaban una gran procesión, sin presencia de sacerdotes, la misma que terminaba en la Catedral de Quito. Por la noche los penitentes (caballeros vestidos con largas túnicas y cucuruchos de color violeta), pedían limosna de puerta en puerta, sin proferir una sola palabra. El dinero recolectado se utilizaba para los festejos del Jueves y Viernes Santo.

Miércoles Santo
A las diez de la mañana empezaba una procesión encabezada por los penitentes, quienes con soga al cuello y corona de espinas sobre sus cabezas, caminaban descalzos por las calles empedradas del centro de la ciudad. Tras ellos desfilaban los alumnos del Real Convictorio de San Fernando, luego los alumnos del Colegio San Luis vestidos de morado y amarillo, a más de funcionarios y mujeres devotas. Ya avanzada la procesión, solían aparecer varios vecinos portando banderas de tela negra con cruces bordadas de rojo, que hacían flamear al viento.

Jueves Santo
A las siete de la mañana se celebraba la última misa en las iglesias de Quito. Varios grupos escultóricos se exhibían en los distintos templos, en especial los que hacían referencia a Jesucristo junto a los doce apóstoles, con el objetivo de que los fieles se entregaran al recogimiento y la oración.

Viernes Santo
En horas de la mañana se efectuaba una procesión de caballeros al interior de la Catedral, quienes desfilaban con banderas rojas, y entregaban la hostia consagrada al sacerdote que oficiaba la ceremonia. A las doce del día se daba comienzo a las “Tres Horas”, ritual por  el cual los más famosos sacerdotes pronunciaban sermones que concluían a las tres de la tarde, hora de la muerte de Jesucristo. A las seis de la tarde los fieles concurrían a una procesión que partía de la iglesia de Santo Domingo, donde se realizaba la ceremonia del Descendimiento de Cristo.

Domingo de Resurrección
A las cuatro de la mañana salía una procesión de fieles desde la Catedral. Una hora después el repique de las campanas anunciaba la resurrección de Jesucristo. A las once de la mañana los quiteños bebían colada morada de maíz con pan de pascua, a más de disfrutar del dulce de toctes, frutas enconfitadas y pasas ciruelas.

*susanafg22@yahoo.com

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