viernes, 8 de marzo de 2013


Compartimos con ustedes la segunda parte sobre la vida de la santa quiteña Mariana de Jesús, gracias a nuestra amiga Susana, que nos invita a redescubrir más sobre la Azuzena de Quito.



Oración de Mariana de Jesús


Mariana de Jesús: “El Ecuador no desaparecerá por lo terremotos…”
Parte II
                                                     Susana Freire García*

No era precisamente el comportamiento “pecaminoso” de los quiteños, el causante directo de  los temblores y terremotos, sino la accidentada geografía de este territorio, lo que le tornaba susceptible a las catástrofes naturales. Sin embargo la manipulación propiciada desde el púlpito y el confesionario, podía más que el conocimiento y la reflexión mesurada. En medio de este panorama, Mariana de Jesús emergió- no por un deseo consciente de ella- sino por los intereses de la Iglesia Católica, especialmente de los jesuitas, como el ideal de una vida entregada a la castidad y a la expiación de los pecados. Claro que no todos creían en la "santidad" de la joven, ya que existíó en tiempos de la Colonia, una tendencia que ponía en tela de juicio, la veracidad de la fe y comportamiento de las beatas, entre las cuales se encontraba Mariana. El propio presidente de la Audiencia de Quito, Antonio de Morga (que gobernó desde 1615 hasta 1636), expresaba no solo su incredulidad hacia las virtudes de monjas y beatas, sino que a la vez denunciaba los ardides políticos de los sacerdotes, que utilizaban a estas mujeres para su beneficio “Un religioso enemistado conmigo hizo decir a una pobre monja, presa de la demencia, que Dios había enviado maldiciones contra el Presidente de la Audiencia, por jugador y mujeriego. Otro, éste de la Compañía de Jesús, trata a una doncella, tan poco juiciosa que tuvo que disuadirla de clavarse en una cruz que tiene en su jardín. Ahora el jesuita anda regando la especie de que esta joven virgen habla con Jesús y con su divina madre, quienes le han advertido que los pecados del Doctor Morga y otras autoridades harán pronto estallar los volcanes que rodean a Quito”. Estas últimas frases de Morga dedicadas específicamente a Mariana de Jesús, ilustran el juego de poder entre el gobierno local de aquel entonces, y la Iglesia Católica, -juego que dicho sea de paso-, no tenía ningún pudor al momento de utilizar las herramientas que fueran necesarias, para alcanzar los objetivos planteados. Es por ello que historiadores e investigadores que se han dedicado a estudiar la vida de la santa quiteña, como es el caso de Raquel Serur, demuestran con argumentos y pruebas sólidas, de que su “santidad” fue inducida a fuerza de intereses y manipulaciones de las que seguramente ella no fue consciente. En el escenario social y político del Quito del siglo XVII, la Iglesia Católica necesitaba una figura de expiación y mortificación, y halló en Mariana a su mejor instrumento. Este juego político llegó a su punto culminante, a raíz de una catástrofe natural como fue el terremoto acaecido en 1645 en Riobamba, y que produjo severas consecuencias en Quito. A esto se sumó la presencia de una peste maligna de garrotillo y alfombrilla, que empezó a diezmar a la población. Entre lágrimas y rezos, los quiteños abarrotaban las iglesias pidiendo clemencia. Y fue en esta coyuntura que el 26 de marzo de 1645, mientras el sacerdote jesuita Alonso de Rojas pronunciaba un apasionado discurso, cuando Mariana de Jesús se paró frente al altar y expresó ante los presentes, que deseaba ofrecer su vida, a cambio de que Quito fuese salvada de los terremotos y la peste. Después de este suceso, coincidentalmente los casos de peste desaparecieron, y pocas semanas después fallecía Mariana de Jesús, un 26 de mayo de 1645, a los 26 años de edad. 


Detrás de este aparataje, existe algo más verídico que debe ser tomado en cuenta, más allá de la cuestionada santidad de Mariana de Jesús. Ella fue ante todo una mujer que estuvo cerca de los pobres y marginados, y que burlando las barreras sociales (no hay que olvidar que perteneció a una familia de abolengo), supo fomentar relaciones de amistad e igualdad entre los que le rodeaban. Se dice que Mariana curaba enfermedades en base a la medicina ancestral indígena, lo que evidencia su respeto hacia este saber ancestral. No hay que dejar de lado su amistad con la indígena María Duchicela, y el intercambio tanto afectivo, como de conocimientos, que se dio entre ambas. Solo así se explica el impacto que causó su muerte, ya que la sabiduría popular supo reconocer en ella a una mujer distinta y generosa, más que a una santa. Independientemente de los ardides políticos o religiosos, y de la forma en que Mariana de Jesús ha sido utilizada en los distintos escenarios históricos (con justa razón afirman algunos historiadores que la famosa profecía fue un invento de los conservadores para contrarrestar el triunfo del liberalismo en 1895), es necesario reflexionar sobre su auténtico aporte y trascendencia, por encima de los dogmatismos.

*susanafg22@yahoo.com

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