jueves, 17 de octubre de 2013

Gracias a nuestra amiga Susana podemos recordar y redescubrir la historia de un personaje importante en el proceso de nuestra independencia, compartimos con ustedes la vida de José Mejía Lequerica.

José Mejía Lequerica

José Mejía Lequerica: un ilustre desconocido
Primera Parte
Susana Freire García*

Con motivo del Bicentenario de la muerte de José Mejía Lequerica (Quito 1777- Cádiz 1813), la Sociedad de Egresados del Mejía y la Fundación Quito Eterno, se encuentran preparando un evento especial que tendrá lugar el 26 de octubre, en el cual se presentará el libro Mejía Secreto de la investigadora María Helena Barrera, y una ruta de leyenda con el personaje de Mejía Lequerica diseñada especialmente para la ocasión. También se llevará cabo una tertulia, para que los asistentes conozcan más sobre la vida de este ilustre desconocido a cargo de Carlos Paladines y quien escribe este texto. De ahí que para incentivar a que nuestros lectores sean parte de este acto, compartimos una serie de dos partes, alrededor de la vida y obra de Mejía.

José Mejía en el Quito del siglo XVIII
Trasladarnos al Quito del siglo XVIII, es fundamental para entender la vida y accionar de un hombre como lo fue José Mejía. En aquel tiempo la Audiencia de Quito atravesaba una severa crisis no solamente en el plano económico y político, sino sobre todo en lo social. En una sociedad estratificada e injusta, eran muy pocos los que tenían acceso a la educación o al trabajo. En este escenario, Mejía parecía tener todo en  contra. En su calidad de hijo natural (hijo no reconocido) del Dr. José Mejía del Valle, abogado quiteño, vivió desde muy pequeño y en carne propia, el peso de la exclusión y los prejuicios. Junto a su madre Manuela de Lequerica, sorteó la pobreza con verdadero ingenio. Gracias a los sacrificios de su progenitora, pudo estudiar durante tres años Gramática Latina con el sacerdote Ignacio González, en el Colegio Dominicano San Fernando. Luego siguió en este mismo establecimiento, un curso de filosofía, a más de estudiar otras cátedras como álgebra, trigonometría y geometría. Su sed de conocimiento era inagotable, y esto lo llevó a entablar amistad con uno de los personajes más influyentes en cuanto a pensamiento se refiere: Eugenio de Santa Cruz y Espejo, quien empezó a guiarlo en sus estudios y a compartir las obras que leía. Este encuentro marcaría un antes y un después, en la vida de Mejía. Tras sortear varias dificultades, obtuvo su título de Bachiller en 1792, previa exoneración de los derechos de grado, por su situación de extrema pobreza y méritos. Gracias a la obtención de una beca pudo estudiar teología en el Seminario San Luis, y después de sus horas de clase se dedicaba a arreglar la capilla, para devengar ciertos gastos extras que necesitaba cubrir. Como su realidad distaba mucho de la de sus compañeros de aula, optó por dictar la cátedra de Latinidad de Menores en el Colegio San Luis, previo concurso de méritos, para acceder a un sueldo anual de 400 pesos.
Esta existencia difícil forjó su carácter, razón por la que era muy apreciado por el círculo de amigos íntimos de Espejo, quienes se reunían en su casa, con el propósito de instaurar en la Audiencia de Quito, las bases de un movimiento independentista, basado en los ideales de la revolución francesa, y en los principios filosóficos desarrollados por los enciclopedistas.  Es así como pudo entablar amistad con Juan Pío Montúfar, Juan de Dios Morales, Antonio Ante, Manuel de Quiroga y Manuela Espejo, con quien se casaría en 1798, en medio del repudio y la crítica, ya que Manuela le llevaba varios años de diferencia. Acostumbrado como estaba a la exclusión, hizo caso omiso de las críticas, ya que junto a su cónyuge compartía ideales comunes, más aún cuando el principal gestor de la independencia, Eugenio Espejo había fallecido hace tres años, por defender su proyecto político. Y fue precisamente esta convicción de que Quito debía alcanzar su independencia, la que le llevaría a una encrucijada signada por la oposición de los que veían en él, a un ser peligroso por su lucidez y autonomía….
Continuará

susanafg22@yahoo.com

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