Susana nos lleva a recordar todas las historias de nuestra independencia, hombres y mujeres que siguieron un ideal, sin importar las consecuencias...
Eugenio Espejo
Las Banderas Rojas de Eugenio Espejo
Susana Freire García*
En este mes libertario que está por concluir, no podemos dejar de lado a una de las figuras más importantes de la historia de Quito, por su legado a favor de la independencia, que inspiró la gesta libertaria del 10 de agosto de 1809. Estamos hablando de Eugenio Espejo, el mentor indiscutible del movimiento insurgente en contra del coloniaje español.
“Al amparo de la cruz seamos libres, consigamos la gloria y la felicidad”
La lucha clandestina para promover la independencia de la Audiencia de Quito, tuvo en el Movimiento Ilustrado de finales del siglo XVIII y principios del XIX, al núcleo más importante de mujeres y hombres que inspirados en los ideales de la Revolución Francesa, propugnaron la conformación de un gobierno soberano y la tesis del bien común, que consistía en implantar un sistema en el cual la justicia social, fuese el pilar de la sociedad. Dentro de este programa político, el acceso a la educación, la libertad de opinión, el derecho de revocatoria de las autoridades, la supresión de impuestos a los indígenas, la nacionalización de la iglesia y del ejército, y la promoción de la cultura, las artes y las ciencias, eran los principios fundamentales de la nueva república.
El Movimiento Ilustrado, que tenía como líder a Eugenio Espejo, congregó en su seno a importantes miembros de la sociedad civil entre los que se destacaron Juan Pió Montúfar, Manuela y Juan Espejo, Manuel Rodríguez de Quiroga, Antonio Ante, el Obispo Cuero y Caicedo, Juan de Dios Morales, José Mejía Lequerica, entre otros, y que años más tarde se convirtieron en los cabecillas de la gesta independentista del 10 de agosto. El accionar de este movimiento, promovió la creación de la Sociedad Patriótica de Amigos en el año de 1791, y la publicación del periódico Primicias de la Cultura de Quito en 1792. Estas acciones fueron atacadas inmediatamente por las autoridades españolas, quienes ordenaron la disolución de la Sociedad Patriótica, así como la prohibición de que Espejo siguiese publicando su periódico. Mas los miembros del Movimiento Ilustrado, continuaron con sus planes y fue así que el 21 de octubre de 1794, aparecieron colgadas en las cruces de piedra de las principales iglesias de Quito, banderas de tafetán rojo con una inscripción en latín que decía lo siguiente: “Liberi esto felicitatem et gloria consecunto Salve Cruce” (“Al amparo de la cruz seamos libres, consigamos la gloria y la felicidad”). Las mismas fueron colocadas por Villalobos, mientras que Juan Pío Montúfar cubrió los gastos económicos, y Espejo fue el creador del texto. La revolucionaria frase provocó la furia del presidente de la Audiencia de Quito Muñoz de Guzmán, quien reconoció inmediatamente la participación de Eugenio Espejo en el hecho. Para evitar que su estrategia política siguiera adelante, ordenó la prisión del líder revolucionario el 30 de enero de 1795. Los esfuerzos de Manuela Espejo y de sus allegados para conseguir su libertad fueron constantes, a más de que el propio Espejo escribió una carta al Virrey de España, dándole a conocer la injusticia que se estaba cometiendo en su contra. Lamentablemente la orden que emitió el Virrey para ponerlo en libertad llegó demasiado tarde, ya que para el 21 de noviembre de 1795, la salud del prisionero estaba muy deteriorada. A las pocas semanas, exactamente el 27 de diciembre del mismo año, el precursor de la independencia Eugenio Espejo dejó de existir, no así su legado, que hasta el día de hoysigue latente en nuestro Quito.
*susanafg22@yahoo.com
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