jueves, 7 de febrero de 2013


Febrero mes de carnaval, los guambras jugamos con agua y harina, como dicen los antiguos "carnaval no era carnaval si no se jugaba con agua", aunque ahora prima respetar el ambiente y ser más conscientes con el uso del vital recurso.
Con motivo de la fecha, Susana Freire a hurgado más en nuestro pasado e historia y nos cuenta desde cuando se celebraba la Fiesta de Carnaval en la milenaria ciudad.
¡Redescúbrelo!


Festejo en la Real Audiencia de Quito


El Carnaval en Quito
Primera Parte
                                                                                 
                                                             Susana Freire García*

El Carnaval tiene su origen en las fiestas paganas que se realizaban en honor del dios Baco (Dios del Vino) en el antiguo imperio romano, o también en las festividades del toro Apis en Egipto. Algunos historiadores aseguran que esta celebración nació en Sumeria y Egipto hace más de 5000 años, desde donde se expandió hacia Europa, y posteriormente a América con la llegada de los españoles. 
En Quito, tenemos los primeros registros de esta celebración, en la época de la Audiencia durante el siglo XVIII.  Según lo señala el historiador Jorge Núñez, este festejo popular fue uno de los más reprimidos durante la colonia, ya que tanto indígenas como mestizos le dieron un sello propio y una simbología, que cuestionaba directamente al poder. Bajo la estrategia del blanqueamiento del rostro por medio de polvos blancos y harina, se enviaba un mensaje directo a los españoles, para advertirles que gracias a este ritual, todos estaban al mismo nivel y que no existían opresores ni oprimidos, al menos por unos días al año.
Este sincretismo originado alrededor del Carnaval se convirtió en una forma de resistencia cultural, frente a la opresión ejercida por las autoridades españolas. Por ello es que esta celebración se tornó peligrosa, ya que junto al blanqueamiento estaban el baile, las mascaradas burlescas, la utilización del agua para mojarse entre unos y otros,  y la ingesta de licor, provocando con esto una explosión de libertad, alegría y sensualidad, que difícilmente podía ser refrenada.  Ante este panorama el Obispo de Quito Don Juan Nieto (oriundo de Popayán) prohibió “bajo pena de excomunión” la práctica del Carnaval en la Audiencia de Quito, a cuyo desorden atribuyó el terremoto acaecido en el año de 1755.

Las prohibiciones siguieron promulgándose sin ningún resultado, ya que el festejo estaba muy arraigado entre los quiteños. Mas las autoridades españolas querían a toda costa frenar cualquier intento por cuestionar al poder colonial, de ahí que Don Luis Guzmán Presidente de la Audiencia, emitió en febrero de 1792,  una disposición por la cual se prohibían los siguientes actos: tirar cascarones de huevos llenos de inmundicias que manchen los vestidos; ridiculizar a las personas con desprecio al decoro que se deben en público unas a otras; los arrojes de agua limpia o sucia; y la utilización de harina, bajo pena de ir a la cárcel por 15 días. Como contraparte y para evitar las protestas de los quiteños, el presidente de la Audiencia estableció que durante los 3 días de Carnestolendas, se permitían bailar en la Plaza Mayor, las danzas ordinarias acompañadas de flautas y tamboriles, en cuadrillas de parientes, amigos, vecinos y gremios,  siempre que estén ataviados con disfraces “compuestos y decentes”. El festejo debía desarrollarse con respeto y armonía, para lo cual se dispondría la vigilancia de parte de varios guardias instalados en los alrededores de la Plaza.
Con esta disposición estaba claro que el Presidente de la Audiencia quería eliminar precisamente aquellas expresiones que ponían en riesgo su autoridad como eran las mascaradas y el uso de cascarones, harinas y agua.  Sin embargo, el ingenio y creatividad de los quiteños para burlarse de estas disposiciones, buscaría otras estrategias que lejos de calmar a las autoridades españoles, los pondrían entre la espada y la pared….

(Continuará)
*susanafg22@yahoo.com



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