Te tratemos el final de la serie "Un teatro para Quito", historias de la milenaria Quito escritos por Susana Freire Garcia.
Un teatro para Quito
Tercera
Parte
Susana Freire García*
Mientras se ultimaban los detalles para la apertura del
teatro, una noticia publicada en El
Comercio (Bisemanario mercantil, científico, literario,
político y noticioso) de noviembre 10 de 1886, acaparó la atención de los
quiteños. Se anunciaba que el pianista francés Capitán Voyer deseoso de conocer
la capital, salió de Guayaquil (en esta ciudad había brindado algunos
conciertos) con destino a Quito. Se informaba además que él sería el encargado
de inaugurar el teatro, y que después actuarían los artistas de la Compañía
Jarques. Más de un quiteño se preguntó,
cuál sería la razón por la que este pianista francés quería conocer Quito, y
más que todo enfrentarse a un público que por vez primera, tendría la
oportunidad de estar en un teatro. Lo que ellos desconocían es que el Capitán
Voyer era un músico con una larga trayectoria en Europa, y en algunos países de
América Latina como Perú o Argentina, donde impresionó a los espectadores no
solo por la maestría con que tocaba el piano, sino por sus audacias artísticas
en el escenario. No en vano fue ovacionado en Lima cuando interpretó piezas
de Beethoven,
Weber, y Mendelssohn, acompañado de una banda militar.
La
aspiración de tantos años por fin se tornó realidad: la inauguración del Teatro
Nacional Sucre sería el 25 de noviembre de 1886. Desde las primeras horas de la
mañana, se vivió un ambiente de fiesta en la ciudad. Cientos de curiosos
deambularon por los alrededores de la plaza del Teatro, con la esperanza de
conocer al pianista francés. Conforme pasaron las horas, la expectativa creció.
Los policías hicieron todo lo posible por mantener el orden. Cuando el
presidente Caamaño, hizo su entrada al
teatro en compañía de sus Ministros, cientos de
personas aplaudieron y exclamaron ovaciones, en honor a Quito y al
Mariscal Sucre. El acto oficial empezó a las ocho y media de la noche. El
maestro quiteño Aparicio Córdova, fue el primero en subir al escenario, en su
calidad de Director de la Orquesta Nacional.
Después de unos minutos, hizo su
entrada el Capitán Voyer, quien saludó a los quiteños con una venia. Luego de que los presentes entonaron las
notas del Himno Nacional, el pianista francés ejecutó la Marcha
indiana de la africana de Giacomo Meyerbeer (con sus arreglos para piano),
la Sonámbula de Thalberg y el Allegro del Concierto en La Menor de
Johann Nepomuk Hummel con acompañamiento de orquesta. Los aplausos para el
Capitán Voyer, y para la Orquesta dirigida por Aparicio Córdova resonaron en el
teatro. En la segunda parte del programa el Capitán Voyer interpretó La muda de portici de Thalberg, Capricho en Si menor de Mendelssohn con
acompañamiento de orquesta, y Tremolo de
Gottschalk. En la tercera parte ejecutó La
Danza de las Hadas de Prudent y el Vals
de los dolores de Valdtenfel.
Si
bien hubo quienes criticaron el hecho de que el Teatro Sucre fuese inaugurado
con un concierto antes que con una obra teatral, o los que afianzados en el
fanatismo y los prejuicios, amenazaron con quemar el teatro por
considerarlo un antro de perdición, para la mayoría de quiteños este
acontecimiento histórico y cultural, fue el inicio de un vínculo de identidad y
pertenencia que hoy cumple 125 años de existencia. Como bien lo expresara nuestro célebre escritor Raúl Andrade “dos
obras relevantes nos dejó la dictadura de Don Ignacio de Veintemilla: su
sobrina Marietta y el Teatro Sucre (…) faltan en él la efigie marcial de Don
Ignacio de Veintemilla, su constructor, y el medallón romántico que perpetúe la
belleza aristocrática y altiva de Marietta que lo inspiró”.
*susanafg22@yahoo.com
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