jueves, 14 de noviembre de 2013

Gracias a Susana por compartir este artículo sobre uno de nuestros sitios patrimoniales preferidos, el parque de La Alameda.

Mujeres en La Alameda. Fotografía de José Domingo Lasso. 1909.



El paseo de Marietta
*Susana Freire García

Uno de mis rincones preferidos de Quito, es el parque de La Alameda. Me gusta sobre todo, fijarme en cada uno de los árboles que embellecen este espacio, con su cuerpo de madera y sus ramas llenas de vida. Cada uno de ellos, tiene un sello propio que los hace únicos, más allá del tiempo y las contingencias. Y en medio de los árboles me siento privilegiada, ya que puedo disfrutar de su compañía, y a la vez, evocar a la mujer que hizo posible que yo pueda caminar con libertad por este parque, ya que es necesario aclarar que hace unos siglos, las mujeres no podíamos realizar esta clase de actividades, sin contar con la autorización de un hombre o de la compañía del mismo. Sin embargo y como en todo tiempo, existieron pioneras que desafiando los prejuicios y limitaciones se atrevieron a cuestionar lo establecido. Una de ellas fue precisamente Marietta de Veintemilla (1858- 1907), quien adelantándose a la época en la que le tocó vivir, abogó por la libertad de cátedra a favor de la mujer, y su igualdad  económica y sexual. En uno de sus escritos afirmó que “los ideales de justicia y bien común caben dentro del cerebro de una mujer, de igual manera que en el de un hombre, y que por lo mismo si las mujeres sienten inclinación por otras actividades que no sean las comúnmente asignadas por la familia y la sociedad, tienen todo el derecho a participar en aquellos terrenos alejados del hogar”. Fiel a su pensamiento, cuestionó ciertas costumbres arraigadas en la sociedad quiteña, como aquella que impedía que las mujeres salieran solas a caminar. Por ello hizo campaña a favor de que las mujeres pudiesen pasear por el parque de La Alameda, sin la compañía de padres o familiares. Apoyada por algunas de sus amigas, llevó a cabo su objetivo. Estas mujeres lideradas por Marietta, se atrevieron en el Quito de 1878, a  disponer de su autonomía y tiempo para beneficio propio. Ataviadas con ligeros y coloridos vestidos, se pasearon por los alrededores del parque, demostrando que podían cuidarse por sí mismas. Esta osadía le costó caro a Marietta. Una serie de hojas volantes circularon en Quito, aduciendo que con su actitud corrompía a las jóvenes de buena familia. Sin embargo su lucha dio resultado, y las mujeres pudieron salir a caminar libremente por los menos durante una hora sin la vigilancia paterna, por los alrededores de La Alameda. Lo que en el fondo persiguió Marietta, es que las mujeres aprendiesen a tomar las riendas de su vida sin temores ni límites. 
Es a esta valiente mujer, a la que dedico varios de mis paseos por La Alameda, ya que mientras escucho el murmullo de las hojas movidas por el viento, puedo percibir su huella que desafiante me invita a seguir, el camino menos transitado y difícil….

*susanafg22@yahoo.com

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