lunes, 25 de noviembre de 2013

Gracias a Susana podemos compartir una reflexión sobre el nombre de Quito y el porque se dice que aquí el sol  cae recto.



 Sol quiteño. Facha de la iglesia de la Merced. (Foto de la Autora)


Donde el sol cae recto
*Susana Freire García
La inestabilidad climática de Quito, es una de las características más singulares de nuestra ciudad. De repente el sol sale con fuerza, y al poco rato empieza a llover. El peatón quiteño habrá comprobado que mientras en un sector de la ciudad llueve, en otro el sol hace de las suyas, o lo que es más curioso aún, llueve por determinadas cuadras. En todo caso, parece ser que aquí no hay puntos medios, y que el sol o la lluvia gustan de caer con intensidad.
En el caso del sol, nuestra ciudad está íntimamente vinculada a este astro, desde tiempos milenarios. Esta sensación de sentirlo muy cercanamente, tiene una explicación asociada al nombre y significado de la palabra Quito. Al respecto existen diversas teorías acerca del nombre de nuestra ciudad, y una de ellas señala que el mismo se deriva de los vocablos pertenecientes a las culturas catchiquel y maya. En catchiquel KIJ significa sol, y en maya TOH significa recto o derecho. Si combinamos estas dos palabras obtenemos el vocablo KIHTOH o tierra donde el sol cae recto. Estas condiciones geográficas que son parte del patrimonio natural de Quito, fueron conocidas y valoradas por los primeros pobladores de esta tierra, que hallaron en ella las condiciones necesarias para asentarse y aprovechar sus bondades climáticas. Tiempo después, los incas provenientes del Perú llegaron a este territorio, animados no solamente por intereses expansionistas, sino porque conocían de la privilegiada ubicación de Quito a la que consideraron como una tierra sagrada, en la cual existía la posibilidad de afianzar el culto heliolátrico (culto al sol). Como bien lo afirman varios investigadores, la marcha hacia Quito constituyó para los incas un trayecto hacia la tierra del sol. Esta coyuntura a su vez propició la creación de un centro ceremonial, que se extendió entre el Panecillo (Yavira) y la colina de San Juan (Huanacauri). Al respecto existen algunos estudios que señalan que la posición estratégica del Panecillo fue utilizada para la observación de fenómenos astronómicos, específicamente los relacionados con los solsticios y equinoccios.
Esta estrecha relación entre el nombre de nuestra ciudad y su ubicación geográfica, debe constituirse en un motivo más para valorar a Quito, ya que si desde tiempos inmemoriales fue respetada como tierra sagrada, en los momentos actuales es necesario recuperar ese vínculo que los antepasados tuvieron con la naturaleza quítense, pues sin ánimo de caer en el chauvinismo, no existe otra ciudad en el mundo, donde los rayos del sol caigan con tanta belleza como lo hacen en Quito.
*susanafg22@yahoo.com

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