No debemos olvidar que hay espacios que se convirtieron en un fuerte referente cultural, Susana nos comparte sobre uno de esos espacios de nuestra milenaria ciudad.
El Teatro Sucre a inicios del siglo XX. (Fotógrafo no identificado)
Los primeros años del Teatro Sucre
Susana Freire García*
El pasado 25 de noviembre se conmemoró un año más de la fundación del Teatro Sucre, de ahí que quiero compartir con nuestros lectores, algunos datos interesantes que nos revelan cómo fueron los primeros años de este importante hito cultural de Quito y sus habitantes.
Sin sombrero ni disfraz
A finales de diciembre de 1886 se publicó el reglamento para el Teatro Sucre, a fin de que quienes asistiesen al mismo se comporten de acuerdo a lo que establecía la ley. Varias fueron las disposiciones que causaron inquietud entre los quiteños, en especial aquellas que implicaban multas pecuniarias o la expulsión del teatro con intervención policial. Así quedó estipulado por ejemplo que ninguna persona podía ingresar al teatro cubierta, embozada, con careta o disfraz. Tampoco se podía llevar puesto sombrero en los palcos, platea y cazuela. Estaba igualmente prohibido fumar, ocupar asientos y palcos que correspondiesen a otra persona, pararse en mitad de una función, mudar de lugar o llevar el compás de la orquesta con golpes de manos, pies o bastón. Los concurrentes no podían ingresar al escenario, ni tampoco dirigirse la palabra de un lugar a otro del teatro.
Causó igualmente incertidumbre la forma en que la Junta Censora del Teatro decidía que obras podían presentarse. Para tal efecto se estableció que los miembros de la Junta impedirían la exhibición de obras que atacasen a la moral y buenas costumbres de personas, familias y de la autoridad. La censura era motivada y bajo la misma se hacían reformas en los pasajes de las obras, o en el peor de los casos se las vetaba en su totalidad. La jurisdicción de la censura no solo abarcaba a las piezas dramáticas y líricas, sino a cualquier espectáculo que fuese presentado en el Teatro Sucre.
“Al teatro no se va a rezar”
Grande fue el alboroto que se armó alrededor de La Mascota, zarzuela cómica de autoría de los señores Durut y Chivot, que los actores de la Compañía Jarques deseaban presentar en el Teatro Sucre. Los miembros de la Junta Censora consideraron que existían ciertas coplas no aptas para “la moral quiteña”, y que por lo mismo era recomendable suspender la función anunciada. Como era de esperarse y dada la polémica suscitada, el público quiteño tenía una gran avidez por conocer el contenido de la obra prohibida, y las protestas ante la prohibición no se hicieron esperar. Por su parte los actores explicaron a los miembros de la Junta Censora que esta zarzuela había sido representada con éxito en otros países de América Latina y que nunca hubo reparos en cuanto a la “moralidad” de la misma, más tuvieron que obedecer la decisión tomada y cambiar el repertorio. En el periódico capitalino El Ecuatoriano (mayo 8 de 1887) se publicó la siguiente nota al respecto:
Se ha puesto en escena “La Gallina Ciega”; “Las Amazonas del Tormes”, “El Dominó Azul”, el “Cupido en el Canasto”, ¿por qué se prohíbe “La Mascota”?, que ni siquiera tiene los picantes trozos de la tan aplaudida “Conquista de Madrid” (…) Al teatro no se va a rezar sino a divertirse, huyendo de la terrible realidad para gozar un momento con las ficciones del genio, a nadie se obliga la concurrencia (…) los que creen que una función no es mística no vayan, pero dejen a cada uno con su gusto, que de gustos nada hay escrito.
Más de un quiteño se preguntó si serían acaso estas coplas, las que tanto pavor provocaron en los miembros de la Junta Censora:
Un día el rey del infierno
cogió de su gran caldera
las brujas que hacen mal de ojo
y las arrojó a la tierra.
Lo supo Dios y al instante
creó para dicha nuestra
querubes que con su influjo
disipan todas las penas.
Esos querubes por mi fe
son las Mascotas de que hablé
feliz de aquel que el Cielo le da
una Mascota angelical.
*susanafg22@yahoo.com