jueves, 19 de septiembre de 2013

Susana nos comparte la segunda parte del artículo sobre la polémica de la estatua de Sucre.


Estado actual de la estatua de Sucre luego de la mutilzación



La estatua de Sucre y su polémica historia
Segunda Parte

Susana Freire García*

Para cuando se suscitó el escándalo alrededor de la mutilación de la estatua de Sucre, Juan León Mera se desempeñaba como Presidente de la Cámara de Diputados. Por lo mismo, no le resultaban desconocidas las maquinaciones del diplomático español Llorente, quien se creía con todo el derecho de inmiscuirse en la vida política del país, toda vez que contaba con el apoyo del presidente Caamaño. Llorente no solo que intervino en el asunto de la estatua de Sucre, sino que meses atrás y con todo cinismo, aprovechó la velada efectuada el 10 de agosto de 1886 en conmemoración del Primer Grito de la Independencia, para solicitar la modificación de la letra de Himno Nacional, aduciendo que afectaba la imagen de España y que “tener abierto eternamente el libro de agravios entre dos países de la misma familia,  no es propio de pueblos cultos” (Barrera, 2013: 60).
Mientras el pueblo quiteño hizo público su rechazo a Llorente, el Ministro de Relaciones Exteriores José Modesto Espinosa, se apresuró a responder el 11 de agosto de 1886, al diplomático español diciéndole que el Ecuador ya había olvidado las dolorosas contiendas que precedieron a su establecimiento como nación independiente, y que se complacía en apellidar “Madre” a España, y ofrecerle el tributo de sus más puros afectos.  Mera, que conoció de cerca todos estos incidentes, se sintió doblemente ofendido, ya que no solo era el autor de la letra del Himno Nacional, sino que le indignaba la postura de quienes no hacían respetar la soberanía nacional. Y esta indignación, valga la redundancia, llegó a su punto máximo cuando el presidente Caamaño accedió a la petición de Llorente, para mutilar la estatua de Sucre. A los pocos días de este suceso, exactamente el 28 de diciembre de 1886, Juan León Mera publicó en Ambato un panfleto intitulado La estatua de Sucre. Su punto de vista dejó claro que Caamaño fue el responsable directo de la mutilación de la estatua de Sucre, y que Llorente contó con la benevolencia del gobierno ecuatoriano para alcanzar su objetivo. Lejos de dejarse llevar por la intolerancia, Mera brindó en su alegato razones de peso para cuestionar aquel revisionismo hispánico propugnado por los intelectuales de su época como Honorato Vásquez, Roberto Espinosa o Quintiliano Sánchez, que seguían defendiendo aquella tesis de la devoción ciega y filial hacia España. No en vano expresó lo siguiente: 
No se comprende que haya americanos que por una parte se ufanen de la independencia y de las glorias de Bolívar, Sucre, Páez, y por otra tiendan a menguar las razones que hubo para luchar por esa misma independencia, y a deslustrar esas glorias: éstas en verdad no serían grandes si nuestros héroes hubiesen combatido por una causa injusta, por romper lazos de flores y evitar las caricias de una madre amorosa. (Barrera, 2013: 83).
Mera propuso ante todo una filosofía de dignidad, independencia y soberanía, que ya la dio a conocer en la letra del Himno Nacional, de ahí que consideró que al mutilar la estatua de Sucre, se estaban atentando contra estos valores:
El grupo de Sucre con su india libertada, con el León y el escudo a sus pies, con el  cetro y cadenas rotas, era, pues, esencialmente nacional; y la mutilación que acaba de verificarse es un acto antipatriótico, humillante, vergonzoso”. (Barrera, 2013:84).
Sin temor a las represalias, el intelectual ambateño se colocó en la cuerda floja. Su presente y futuro tanto personal como político, estaban en manos de sus opositores….

Continuará
*susanafg22@yahoo.com

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