jueves, 12 de septiembre de 2013

Estamos convencidos que nuestra historia tiene matices, hay historias muy oscuras que tal vez nos avergüenzan, hay otras historias claras que nos enorgullecen; a lo largo de estos años nos hemos dado cuenta que debemos investigar toda nuestra historia y mirar como un espejo ¡Quienes Somos!

Compartimos una artículo de Susana donde vale la pena preguntarnos ¿Quienes somos?



Modelo original de la estatua de Sucre. Colección privada de María Paéz Freile



La estatua de Sucre y su polémica historia
Primera Parte
Susana Freire García*

A propósito de la reciente publicación del libro León Americano. La última polémica de Juan León Mera, de autoría de la investigadora María Helena Barrera, pondremos en conocimiento de nuestros lectores, uno de los capítulos más interesantes y poco conocidos alrededor de la historia del Teatro Sucre, y de la intervención del reconocido intelectual en la defensa de la soberanía nacional.

La estatua de Sucre

Según la historiadora Alexandra Kennedy, la idea de hacer una escultura de mármol en honor a Antonio José de Sucre, surgió de las señoras Carcelén, quienes donaron 10000 pesos para tal objetivo. El artista español José González Jiménez fue el encargado de realizar esta obra, cuyo contrato fue suscrito en 1874, entre el Municipio de Quito y el artista español. El plazo de entrega era de dos años, tras el cual el español González presentó un modelo en yeso para su aprobación previa. A las autoridades locales no les gustó la propuesta artística, situación que desalentó al escultor español, quien decidió abandonar el proyecto, y por ende salir de Quito.
Años después, el presidente Caamaño decidió rescatar esta obra que se encontraba en una casa ubicada en el barrio de La Loma, con motivo de la inauguración del Teatro Sucre en noviembre de 1886.  La escultura de Sucre fue colocada en los exteriores del teatro, a fin de que los quiteños pudiesen admirarla, tal como la concibió el escultor González: el héroe Antonio José de Sucre se hallaba en actitud de proteger y liberar a una indígena (símbolo de la patria), mientras que a sus pies yacía el león español, junto a un cetro y a unas cadenas rotas.
La reacción del entonces embajador español en el Ecuador Manuel Llorente Vásquez, no se hizo esperar. El diplomático protestó públicamente ante lo que él consideraba un desagravio hacia España, dada la manera en que Sucre pisoteaba la cabeza del león español. Decidido a presionar al presidente Caamaño, utilizó todas las estrategias políticas con tal de conseguir su objetivo. Caamaño en su deseo de evitar un conflicto con España ordenó que el león fuese retirado al igual que las cadenas. Esto lejos de agradar al pueblo quiteño, avivó las críticas en contra del mandatario por la sumisión demostrada ante el representante español, tal como lo demuestra esta nota publicada en El Comercio Bisemanario Mercantil, Científico, Literario, Político y Noticioso, de diciembre 24 de 1886, en el que se calificaba como un gran desagravio a la decisión del gobernante:
No de otra manera debe calificarse la mutilación del primoroso grupo ejecutado en yeso por el hábil artista español Sr. José González Jiménez representando al Gran Mariscal de Ayacucho, al inmortal Sucre en el momento de consumar la Libertad de América y de hacer doblegar la cerviz bajo su planta al León Ibérico; alegoría consentida y aceptada en todos los países de este continente, que conquistaron su independencia es sangrienta lucha, sin que por eso dejen de estrecharse las buenas relaciones sociales, literarias y comerciales, que con ellas se buscan. Ese precioso grupo adornaba el pórtico del Teatro Sucre y era un monumento de nuestras glorias nacionales, que todos contemplábamos con orgullo y con satisfacción. Pues bien: con gran sorpresa y con profundo pesar hemos visto, de repente, mutilado el simbólico y artístico grupo, quedando el Héroe de Pichincha y de Ayacucho con espada en mano, en actitud de libertar a la joven América, que ha roto sus seculares y poderosas cadenas; pero ha desaparecido el León vencido, que completaba el monumento, sin que podamos explicarnos que susceptibilidad, o que capricho pudo haber influido en semejante mutilación tan ofensiva al sentimiento nacional, bien revelado ya en todas las clases sociales.
La polémica apenas empezaba, y es en este punto cuando emergió la intervención del intelectual Juan León Mera, para colocar en el debate, el controvertido tema de la sumisión ante “la Madre Patria”.
Continuará
*susanafg22@yahoo.com

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