Pesebre del Carmen Bajo
El pesebre: una expresión
popular en Quito
Susana Freire García*
La fiesta de la Navidad es un momento oportuno para
valorar el legado de los artesanos quiteños, en torno a una de las expresiones
más populares y arraigadas en nuestra cultura como es el pesebre (denominado
originalmente como Belén). Al respecto es necesario conocer que esta tradición
tuvo sus orígenes en Greccio (Italia) durante el siglo XIII, cuando San
Francisco de Asís reprodujo en vivo el nacimiento de Cristo, un 24 de diciembre
de 1223. Esta iniciativa se propagó por toda Italia, y posteriormente en España
y en el resto de la Europa católica. Con la llegada de los españoles a América,
esta costumbre se extendió en los territorios colonizados a través de las
órdenes religiosas, principalmente la de los franciscanos. En el caso de la Audiencia
de Quito, el historiador José María Vargas recuerda que uno de los primeros
registros de esta tradición, se remonta a la segunda mitad del siglo XVI,
cuando en la Catedral de Quito el 16 de diciembre se daba comienzo a las nueve
misas de aguinaldo. Para tal efecto en cada una de las iglesias ya debía estar
armado el pesebre, puesto que a diario se rezaba la Novena del Niño, y se
terminaba la misma con varios cánticos
entre ellos el popular Dulce Jesús Mío.
Los artesanos quiteños encontraron en esta tradición, una de las mejores vías para dar rienda suelta a su creatividad y talento. De los talleres de reconocidos maestros como Bernardo Legarda y Manuel Chili salieron obras de una perfección y belleza inigualables, sin dejar de lado a los cientos de artesanos que dejaron su impronta más allá del anonimato. Si bien en un principio los artesanos trabajaron en base a modelos europeos, rápidamente su originalidad dejó a los mismos en un segundo plano. Las figuras centrales del nacimiento, Jesús, José y María se alejaron de los patrones conocidos, a fin de adquirir características mestizas. Basta observar aquellas obras de arte para encontrar en ellos, más de una característica propia de nuestra tierra. Los rasgos faciales son dueños de una gran expresividad, al igual que los cuerpos, con formas redondas y voluptuosas, en especial en lo que al Niño Jesús respecta. No se puede dejar de lado la policromía, al igual que la técnica del encarnado (aquí se daba el color carne a las imágenes y se empleaba la vejiga del borrego para brindar un acabado brillante); del esgrafiado (en esta etapa se colocaba sobre la superficie de las imágenes el pan de oro a través de un palo de boj o estilete); y del estofado (en donde se colocaban las suntuosidades del vestuario a través de diseños florales y arabescos hechos en pan de oro). Junto a la técnica, estaba el empuje creador de cada artesano. Uno de los más claros ejemplos de ello lo encontramos en el pesebre que reposa en el Carmen Bajo, y que data del siglo XVIII. En él está reflejado el mundo mestizo en su máximo esplendor, ya que a las figuras centrales del nacimiento les rodean una serie de personajes, a los que se les ve ejerciendo oficios populares propios de Quito. Cada uno de ellos ocupa un lugar importante dentro del pesebre, tornando lo divino en humano. También están presentes los animales como el burro y el buey (al respecto ha causado inquietud entre los católicos, la última declaración del Papa Benedicto quien en su libro sobre la infancia de Jesús señala, que no hay evidencia histórica de la presencia de estos animales en el nacimiento de Cristo) ya que se evidencia el importante vínculo entre el ser humano y la naturaleza.
A tal nivel llegó la maestría de los artesanos quiteños,
que ya a principios del siglo XVIII se conformó en la Audiencia de Quito toda
una red de talleres artesanales que exportaban sus productos en grandes
cantidades (entre ellos las piezas de los pesebres) a los Virreinatos de Nueva Granada y Nueva
España por el Norte; y a los Virreinatos del Perú y del Río de la Plata por el
Sur. Esto confirma que la Escuela
Quiteña y sus representantes fueron dueños de un sello propio y de una
creatividad, a las que el propio Eugenio Espejo, precursor de nuestra
independencia, valoró en justa medida.
*susanafg22@yahoo.com
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