viernes, 7 de diciembre de 2012

Continuamos con la segunda parte de la lectura ¿Es válido celebrar la Fundación de Quito?

Monumento de la Independencia

¿Es válido celebrar la Fundación de Quito?
Segunda Parte
                                                                                   Susana Freire García*
Si nos remitimos al significado de la palabra “fundación” obtenemos por respuesta: “principio, origen de una cosa, establecimiento”. Partiendo de esta noción,  es necesario tomar en cuenta que muchos años antes de la llegada de los españoles, en nuestras tierras ya se asentaron sus primeros pobladores, para vivir mancomunadamente alrededor de lo que la naturaleza les proporcionaba, y dentro de un sistema igualitario en cuanto a la repartición de los productos que recolectaban. Al contrario, cuando los españoles llegaron a esta tierra, impusieron a la fuerza sus costumbres, idioma, religión, bajo su óptica expansionista y colonialista. Aquí cabe preguntarse ¿fue propiamente una fundación la de Quito, o se trató más bien de una invasión? Esto nos lleva  a reflexionar sobre la validez de estas fiestas, al igual que el criterio de historiadores, quienes con pruebas fidedignas afirman que el 6 de diciembre de 1534 no se realizó dicha fundación, sino el 28 de agosto de ese mismo año (esto ya se explicó en la primera parte de la serie).
También está  la opinión y análisis de los investigadores sociales que señalan que tras la fundación de Quito, está la muerte de miles de indígenas. Entonces ¿qué mismo se celebra el 6 de diciembre? ¿Una invasión, una fecha sin validez histórica, o la destrucción de Quito y la matanza de indígenas? Por lo mismo ¿son motivos de celebración los anteriormente mencionados?
El problema no radica en la fiesta y celebración. Estas actividades son parte la naturaleza humana, y de la idiosincrasia de cada pueblo. El asunto que aquí interesa, es el sentido de esta festividad en particular. Da la impresión de que la misma tiene como asidero a una serie de hábitos impuestos, que se repiten anualmente dentro de un modelo en el que no todos se sienten incluidos o identificados. No se es más quiteño/a por sentir que el amor a la ciudad florece en estas fechas, por treparse a una chiva, o por cantar “El chulla quiteño”. En cambio se ejerce la calidad de ciudadanos y quiteños, cuando desde el lugar en el que cada uno se desenvuelve (hogar, trabajo, barrio, colegio, universidad, etc.), se promueven y fomentan espacios de reflexión y análisis alrededor de temas puntuales, como el que se está tratando. No hay que temer al debate, a los cambios, al cuestionamiento, a la opinión ajena. Existen otras razones para festejar a nuestra ciudad, más allá de esta cuestionable fecha: su riqueza natural, su patrimonio tangible e intangible, el ser cuna de mujeres y hombres valientes, y de artesanos de una habilidad extraordinaria, de constar en la historia como  “Luz de América” y Patrimonio Cultural de la Humanidad, entre tantos valores por citar. Estos si son motivos de celebración, ya que en ellos están presentes conceptos vinculados a la historia, memoria individual y colectiva, e identidad y pertenencia. A más de esto contamos con auténticas gestas históricas cuyo valor y trascendencia son infinitamente superiores, y que sin embargo no son valoradas como deberían serlo: el 10 de agosto de 1809 y el 24 de mayo de 1822.
No es osado pensar que las nuevas generaciones de quiteños/as propugnen en un futuro no muy lejano, esta visión sesgada de festejar a la ciudad, bajo el membrete de “fundación”. Más es deber de las generaciones actuales allanar el camino para este proceso, en base a la conciencia, educación y libertad de pensamiento.
*susanafg22@yahoo.com

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