Dentro del marco de los 35 años en que Quito fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, se realiza la exposicón "Alma Mía", nuestra amiga Susana nos comparte su reflexión sobre la "Generación Decapitada" y su aporte para el naciente Ecuador.
Arturo Borja 1892- 1912.
¿Romanticismo o modernismo?
La Generación Decapitada
Parte I
La Generación Decapitada
Parte I
*Susana Freire García
A propósito de la exposición “Alma Mía Simbolismo y modernidad. Ecuador 1900-1930”,(los curadores de la exposición son los historiadores Alexandra Kennedy y Rodrigo Gutiérrez), y que puede observase en siete sedes del centro histórico, surgen varias lecturas en torno a distintas corrientes artísticas que se desarrollaron en el país, y que están íntimamente vinculadas con un determinado proceso histórico, motivo por el que no pueden ser descontextualizadas o tergiversadas, respecto al momento en que surgieron. De ahí que dada la diversidad y complejidad de esta exposición, voy a remitirme a uno de los tantos puntos que aborda, como es el del modernismo entendido desde la literatura, y a la generación de los poetas decapitados entre los que se encontraron Arturo Borja, Humberto Fierro y Ernesto Noboa y Caamaño (en este texto no incluyo a Medardo Ángel Silva, que si bien perteneció a esta generación, su accionar estuvo ligado a la ciudad de Guayaquil), literatos que vivieron en el Quito de principios del siglo XX, en medio de una ambigüedad matizada entre el romanticismo y el modernismo.
“Una aldea de topografía ondulosa y quebrada”
Uno de los más hermosos textos que se han escrito sobre la ciudad de inicios del siglo XX, es sin duda el de Raúl Andrade, titulado Lienzo mural de Quito de 1900. Con su singular maestría, Andrade retrató a una ciudad ambigua. Por un lado “los aires de modernidad” empezaron a sentirse en la capital. La revolución liberal no solo implementó la educación laica como principal frente de batalla en contra del clericalismo, sino que introdujo una serie de cambios en la vida cotidiana de los quiteños: las calles empezaron a contar con alumbrado público, se rellenaron algunas quebradas, y se construyeron obras de alcantarillado. La llegada del ferrocarril en 1908, y la implementación del tranvía en 1914 como el más moderno sistema de transporte, incorporaron nuevas dinámicas a una ciudad, cuyos habitantes aún estaban acostumbrados a despertarse con el tañido de las campanas. La genialidad de Andrade residió precisamente en explicar a manera de subtexto, la contradicción entre esa tendencia a modernizar a la urbe bajo el esquema del proyecto liberal, y la ideología conservadora aún imperante en la mayoría de los quiteños. De ahí que resulta equívoco creer que de un momento a otro, los habitantes de la capital cambiaron su mentalidad y forma de vida, ya que las transformaciones a nivel urbano, no implicaron necesariamente un cambio a nivel ideológico. Como irónicamente lo expresara Andrade “las locomotoras pitan en la mañana invitando a partir. El viaje a Europa ya no es una aventura. Más aventura resulta todavía tomarse un baño diario”.
Arturo Borja; “Un infante sentimental, sensible, sensitivo”
“Una aldea de topografía ondulosa y quebrada”
Uno de los más hermosos textos que se han escrito sobre la ciudad de inicios del siglo XX, es sin duda el de Raúl Andrade, titulado Lienzo mural de Quito de 1900. Con su singular maestría, Andrade retrató a una ciudad ambigua. Por un lado “los aires de modernidad” empezaron a sentirse en la capital. La revolución liberal no solo implementó la educación laica como principal frente de batalla en contra del clericalismo, sino que introdujo una serie de cambios en la vida cotidiana de los quiteños: las calles empezaron a contar con alumbrado público, se rellenaron algunas quebradas, y se construyeron obras de alcantarillado. La llegada del ferrocarril en 1908, y la implementación del tranvía en 1914 como el más moderno sistema de transporte, incorporaron nuevas dinámicas a una ciudad, cuyos habitantes aún estaban acostumbrados a despertarse con el tañido de las campanas. La genialidad de Andrade residió precisamente en explicar a manera de subtexto, la contradicción entre esa tendencia a modernizar a la urbe bajo el esquema del proyecto liberal, y la ideología conservadora aún imperante en la mayoría de los quiteños. De ahí que resulta equívoco creer que de un momento a otro, los habitantes de la capital cambiaron su mentalidad y forma de vida, ya que las transformaciones a nivel urbano, no implicaron necesariamente un cambio a nivel ideológico. Como irónicamente lo expresara Andrade “las locomotoras pitan en la mañana invitando a partir. El viaje a Europa ya no es una aventura. Más aventura resulta todavía tomarse un baño diario”.
Arturo Borja; “Un infante sentimental, sensible, sensitivo”
“Amo todo lo extraño, amo todo lo exótico,
lo equívoco, morboso, lo falso, lo anormal;
tan solo calmar pueden mis nervios de neurótico,
la ampolla de morfina o el frasco de coral”.
Arturo Borja
Con estas expresiones, Raúl Andrade se refirió al poeta Arturo Borja (Quito 1892- 1912), al dar inicio a su ensayo titulado Retablo de una generación decapitada. Según el escritor, esta generación advino, para habitar en un invernadero de sensitivas y narcisos. El anhelo romántico de vivir entre ninfas y mortecinos paisajes, hicieron de estos poetas, y en especial de Borja, un ser extraño y marginal, que practicó el culto por la tragedia y los venenos. Un temprano accidente en una de sus pupilas, motivó a que su padre le internase en un sanatorio parisiense para que se curase. Su estancia en Paris, exacerbó su “incurable cansancio biológico”. De regreso a Quito murmuró; “mi juventud se torna grave y serena, como un vespertino trozo de pasaje en el agua”. Vivió entre la añoranza de París y la turbulencia de una ciudad en la que los estremecedores gritos de ¡Muera el tirano!, y ¡Abajo Eloy Alfaro!, presagiaban un fatal desenlace….
Continuará
*susanafg22@yahoo.com