miércoles, 13 de febrero de 2008

Hoy conocí a Manuelita Sáenz

Mañana tenemos una salida de observación al Centro Histórico; ¡qué bueno, salir del colegio! Ojalá que no sean los típicos guías que cuentan cosas tan lejanas a mí y su guianza más parece una recitación continua de datos, fechas, y hechos que no me quedan muy claros, hechos que no entiendo. Pero aún así me emociona salir al Centro, porque mi abuelo me ha contado muchas historias de su vida ligadas a este espacio: la gente que él conoció, los dulces que probó, la música que le gustaba escuchar y la familiaridad con que todos se trataban. ¡Cómo me gustaría, que alguien me cuente historias así!...

Cuando llegamos al Centro, nos dimos cuenta que es otro mundo: calles y veredas estrechas, mucha gente mayor caminando, jóvenes apresurados, tráfico que es detenido por un policía que nos acompañó durante el recorrido, y en general toda la ciudad en movimiento. Nos dirigimos al patio posterior del Centro Cultural Metropolitano, sin tener idea de quién nos recibiría. Mi sorpresa fue grande al ver que detrás de la pileta, en una actitud distraída, como ensimismada en sus propios pensamientos y con un vestido blanco-azul muy fuera de época, estaba Manuelita Sáenz. Yo me la imaginaba de forma distinta, pero al tenerla frente a mí, la sensación cambió, de alguna manera me hizo entrar en esta historia, historia de una época de ideales libertarios, época que nunca la había tenido yo muy clara.

Conforme avanzábamos en el recorrido, visitando el Museo Alberto Mena Caamaño (o Museo de Cera), la Sala Capitular de San Agustín y el Museo Manuela Sáenz, me di cuenta que una cosa es la historia escrita en libros, y otra la historia contada por sus protagonistas; tuve la suerte de sentirme parte de esa historia, como si las decisiones también dependieran de mí, como si la guerra también fuera mía, sintiendo ira, tristeza, dolor, impotencia, al saber que una recién nacida patria volvía a ser disuelta: la Gran Colombia. El enemigo no era externo, estaba dentro de casa... Ahora los hechos de la Independencia me quedan más claros y dibujados en mi mente.


También me di cuenta del papel de las mujeres en la historia, de las cuales no se habla. Manuela es una de ellas, representante de las mujeres que lucharon y romrpieron reglas establecidas por la sociedad, reglas que ya no existen en la actualidad, pero que ellas tuvieron que superarlas.

“Quien no conoce su historia está condenado irremediablemente a repetirla”, nos decía Manuelita. ¡Qué gran verdad!, ¿no?

Ahora, cuando vuelvo al Centro o escucho hablar de Manuela, recuerdo enseguida a aquella chica de ojos profundos, mirada fuerte y tierna a la vez, con su vestido blanco-azul, y su actitud de lucha constante, una lucha que se cree, que se sueña, que se vive.

Ma. Gabriela Arboleda
Edgar Freire-García

miércoles, 6 de febrero de 2008

El Danzante

Nos complacemos en presentar la obra de teatro "El Dazante", de Javier Cevallos. Aquí un extracto del boletín de prensa de la obra:

Gaspar de Mogrovejo es un seminarista del siglo XIX que busca la respuesta a sus interrogantes respecto a quién es y de dónde viene. Rodeado de libros y de esculturas (que, secretamente, extrae de los conventos e iglesias) será testigo de secretos callados durante siglos, verdades contadas a medias, vergüenzas mantenidas de generación en generación. Finalmente, Gaspar tendrá que decidir sobre su propia condición y destino… La obra es una reflexión sobre la condición del mestizo ecuatoriano, más allá de la visión que lo reduce a una mezcla de lo indígena con lo europeo. El Danzante es una experiencia visual, textual y lúdica por este mundo, complejo y barroco.

La obra se presentará en el Convento de San Agustín, del 21 de febrero al 15 de marzo, a las 19h00, los jueves, viernes y sábados.